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The Domotor-Kolompar case: A milestone in Canada’s fight against human trafficking

Tomas was struggling to find decent employment in his native Hungary. He was easily lured to Canada by the promise of a construction job that would pay up to 4000 dollars a month. His employers were fellow Hungarians who had migrated to Canada and owned a drywall and stucco business. They arranged his flight and paperwork and soon he arrived in Hamilton, a town located in the southern province of Ontario.  And there his nightmare began.

As with many cases of human trafficking for the purpose of labour exploitation, when Tomas reached his destination his employer seized his passport and other personal documents. He was forced to work 14 to 16 hours a day – sometimes in the middle of the harsh Canadian winter – fed poor meals and lived in deplorable conditions. There was no pay and no freedom.

Between April 2008 and October 2010, the Domotor-Kolompar criminal organization recruited more than 20 young, unemployed Hungarian men to come to Canada with the promise of well-paid jobs. Instead, they exploited them and kept them quiet by threats and intimidation. The organization was headed by Fernec and Gyula Domotor, two Hungarian brothers with a hidden criminal past. They arrived in Canada in 1998 and claimed refugee status. The Domotors learnt how to exploit loopholes in the Canadian immigration system and brought members of their extended family to Canada, who then joined their criminal organization.  In this way, they established what is now known as the largest human trafficking ring in Canadian history. Over the span of almost two years, the Domotor-Kolompar clan engaged in a litany of crimes, from human trafficking, welfare fraud, threats, and immigration offences.

According to the 2014 Trafficking in Persons Report of the US State Department, Hungarian men and women are subjected to forced labour domestically and abroad, including in the UK, the Netherlands, Spain, Canada and the United States. The report states that the exploitation of Hungarian men in Western Europe has been increasing, particularly in the agricultural sector of the Netherlands and the construction industry of the UK. To counter this trend, the Hungarian government, in partnership with the EU, launched a campaign to educate Hungarians seeking jobs abroad about their right to challenge poor working conditions in destination countries.

In 2001, Canada imposed a visa requirement on Hungarian nationals to deal with a surge of refugee claimants. But in 2008, the government eliminated again the visa requirement and the Domotors were quick to exploit it. They started recruiting victims to work for their construction business, and family members to work on their criminal operations.

Nevertheless, their criminal empire began to crumble when one of their employees called the police back in 2010. The Royal Canadian Mounted Police pursued the case, launching Project OPAPA, a 10-month investigation that resulted in the first successful criminal prosecution of a forced labour/human trafficking case. The operation led to the conviction of more than 20 criminals, the largest number of convictions ever in a human trafficking case, and also resulted in the longest sentences given for human trafficking for forced labour.

Authorities in Canada have identified migrant forced labour as one of the challenges in the fight against human trafficking. The Interdepartmental Working Group on Trafficking in Persons (IWGTIP) is the federal government’s focal point and centre of expertise for all anti-trafficking efforts. The Working Group is chaired by Justice Canada and Public Safety Canada and comprises 18 departments and agencies. The RCMP Human Trafficking National Coordination Centre (HTNCC) in collaboration with other agencies trains provincial labour inspectors and other labour officials, focusing on indicators of TIP including for forced labour and industries at risk.

This July saw another milestone in Canada’s anti-trafficking history: Public Safety Minister Steven Blaney announced the deportation of 20 members of the Domotor-Kolompar criminal organization. After serving their sentences, Canadian authorities escorted them on a plane back to Hungary. “In charging and then removing those responsible from Canada we are taking strong action against the egregious crime of human trafficking”, said Minister Blaney in a press conference. “We are sending a clear signal that there is no room in Canada for those who are committing the heinous and despicable crime of human trafficking.”

Tomas, who spoke to the Canadian Broadcasting Corporation after the announcement, declared: “I feel very good about it. Now they won’t bother me again.”  Tomas and other survivors of the Domotor-Kolompar case have reestablished themselves in southern Canada.

With information from CBC, Canada’s Department of Justice, RCMP and US Trafficking in Persons Report.

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¿Quién te da un techo?  La lucha de Canadá contra el trabajo forzado

El caso Domotor-Kolompar: un hito en la lucha de Canadá contra la trata de personas

A Tomas les estaba resultando muy difícil encontrar un empleo decente en su Hungría natal, por lo que resultó fácil tentarlo para trasladarse a Canadá bajo la promesa de un trabajo en el sector de la construcción que le pagaría 4.000 dólares por mes. Sus empleadores eran compatriotas húngaros que habían emigrado a Canadá y eran dueños de una empresa de yeso y estuco. Organizaron su vuelo y sus papeles, y poco después Tomas llegó a Hamilton, una ciudad en el sur de la provincia de Ontario. Ahí fue en donde comenzó su pesadilla.

Como sucede en muchos casos de tráfico de personas para explotación laboral, cuando Tomas llegó a destino, sus empleadores le extrajeron su pasaporte y otros documentos personales. Fue forzado a trabajar desde 14 a 16 horas diarias –muchas veces durante el duro invierno canadiense-, fue mal alimentado y vivió en condiciones deplorables. No había paga ni libertad.

Entre abril de 2008 y octubre de 2010, la organización criminal Domotor-Kolompar reclutó a más de 20 jóvenes húngaros desempleados y los llevó a Canadá con la promesa de ofrecerles trabajos bien pagos. En cambio, los explotaron y los mantuvieron callados bajo amenazas e intimidaciones. La organización estaba encabezada por Ferenc y Gyula Domotor, dos hermanos húngaros con un pasado criminal oculto. Llegaron a Canadá en 1998 y pidieron estatus de refugiados. Los Domotor aprendieron a sacar provecho de los vacíos legales en el sistema migratorio canadiense y trajeron a miembros de su extensa familia a Canadá, quienes luego se unieron a su organización criminal. De este modo, establecieron lo que hoy se conoce como la mayor red de tráfico de personas en la historia de Canadá. En el transcurso de casi dos años, el clan Domotor-Kolompar estuvo involucrado en una letanía de delitos, como el tráfico de personas, fraude a programas de asistencia pública, amenazas y delitos migratorios.

De acuerdo con el Informe 2014 sobre Tráfico de Personas del Departamento de Estado de los Estados Unidos, existen hombres y mujeres húngaros sujetos a trabajo forzado dentro y fuera de su país, incluyendo el Reino Unido, Holanda, España, Canadá y los Estados Unidos. El informe indica que la explotación de húngaros en Europa Occidental ha ido en aumento, particularmente en el sector agricultor en Holanda y de la construcción en el Reino Unido. Para contraatacar esta tendencia, el gobierno Húngaro, en colaboración con la Unión Europea, lanzó una campaña para educar a los húngaros que buscan empleo en el extranjero y hacerles conocer sus derechos a cuestionar condiciones laborales pobres en los países de destino.

En 2001, Canadá impuso el requisito de la visa a ciudadanos húngaros para paliar el alza en las solicitudes de estatus de refugiados. Pero en 2008, el gobierno eliminó nuevamente este requisito y los Domotor rápidamente sacaron provecho de la situación. Comenzaron reclutando víctimas para trabajar para su empresa de construcción, y a familiares para colaborar con sus operaciones delictivas.

Sin embargo, su imperio criminal comenzó a derrumbarse cuando uno de sus empleados llamó a la policía en 2010. La Policía Montada de Canadá tomó el caso y lanzó el proyecto OPAPA, el cual implicó una investigación de 10 meses que resultó en el primer procesamiento exitoso por tráfico humano y trabajo forzado en Canadá. Más de 20 criminales fueron condenados en la que se convirtió en la mayor sentencia de la historia en un caso de trata de personas, a la vez que resultó la condena más larga dada en un caso de esta naturaleza.

Las autoridades de Canadá han considerado al trabajo forzado de inmigrantes como uno de los principales desafíos en la lucha contra la trata de personas. El Interdepartmental Working Group on Trafficking in Persons (IWGTIP), grupo interdepartamental que trabaja sobre asuntos referidos al tráfico humano, es el punto de enfoque y centro de experiencia del gobierno federal contra la trata. El grupo está presidido por los ministerios de Justicia y Seguridad Pública de Canadá y está compuesto por 18 ministerios y agencias. El RCMP Human Trafficking National Coordination Centre (HTNCC), el centro de la policía que se ocupa de la coordinación de acciones contra el tráfico de personas, en colaboración con otras agencias, entrena a inspectores de trabajo provinciales y otros oficiales que trabajan sobre estos asuntos y se focaliza en indicadores de trata de personas incluyendo trabajo forzado e industrias en peligro.

Julio fue testigo de otro hito en la historia de Canadá contra el tráfico humano: el Ministro de Seguridad Pública, Steven Blaney, anunció que 20 miembros de la organización Domotor-Kolompar serían deportados. Una vez cumplida su sentencia, las autoridades canadienses los escoltaron hasta el avión que los llevaría de regreso a Hungría. El Ministro Blaney dijo en una conferencia de prensa que “condenando y luego expulsando a estos delincuentes de Canadá estamos tomando acciones importantes contra un delito tan atroz como es el tráfico de personas”, y agregó que “estamos enviando un claro mensaje que no hay lugar en Canadá para aquellos que cometen delitos tan despreciables y atroces como la trata de personas”.

Tomas habló con Canadian Broadcasting Corporation luego del anuncio y declaró: “me siento muy bien por este anuncio. Ahora no van a volver a molestarme”. Tomas y otros sobrevivientes del caso Domotor-Kolompar se han reestablecido en el sur de Canadá.

Información obtenida de CBC, Canada’s Department of JusticeRCMP y US Trafficking in Persons Report.