De acuerdo con el Índice global de crimen organizado 2021, el continente americano es el tercero con mayores niveles de criminalidad. Sin embargo, aunque la región muestra una alta presencia de actores y redes criminales, también alberga cientos de miles de activistas de la sociedad civil e innumerables organizaciones no gubernamentales diseñadas para contrarrestar la influencia criminal.

Este cuaderno de trabajo fue creado por recomendación de representantes de la sociedad civil, periodistas y académicos para contribuir a que los resultados del Índice se compartan y se conozcan, de forma que permitan un análisis local y regional. Los ejercicios que incluye pueden ser utilizados para el aprendizaje propio o en procesos de formación estructurados.

Está dividido en cuatro partes. La primera explica la finalidad del Índice, los indicadores que se utilizaron y la metodología empleada. La segunda parte explica las diferentes características de los mercados y actores criminales, ofreciendo ejemplos, y describe cada uno de los indicadores de resiliencia, con un énfasis especial en el papel de los actores no estatales en la lucha contra el crimen organizado.

La tercera parte se enfoca en los hallazgos y resultados, y la cuarta contiene las conclusiones del informe y una propuesta para combatir el crimen organizado, cuyo propósito es que los usuarios del cuaderno de trabajo identifiquen respuestas integrales y colaborativas.

Un aprendizaje que Global Initiative Against Transnational Organized Crime ha identificado durante los últimos años es que, a pesar de las desigualdades, las vulnerabilidades y los riesgos sistémicos que crea el crimen organizado, el trabajo en equipo y la colaboración para hacerle frente es fundamental. El Índice global de crimen organizado 2021 es la primera herramienta diseñada para evaluar los niveles de crimen organizado y resiliencia ante la actividad criminal organizada, y es importante que no sea únicamente un documento de referencia, sino que lleve al cambio. Con este cuaderno de trabajo se busca desarrollar la capacidad de la sociedad civil para utilizar el Índice como herramienta de incidencia y crear un puente entre la investigación y la acción.


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