As Syria’s bloody civil war boils on, the nation has become fertile ground for the growth of criminal activity.  As we described in the August AOC brief, Syria has become a regional hub for weapons smuggling, the illicit trade in antiquities, and now drug trafficking.  Recent reports have begun to emerge from Syria that amphetamine laboratories are being discovered in cities such as Homs, while drug traffickers in Lebanon have highlighted the ease with which they are able to smuggle drugs through the country. The chaos, poverty, and greed of war-torn Syria heightens the likelihood that such activities will grow in scope, financially benefitting criminals and combatants while drowning the region in narcotics and exacerbating the fragility of both Syria and its neighbours.

While several types of drugs are smuggled through Syria, the one currently raising concern is captagon. Captagon was the brand name of an amphetamine type stimulant, sold commercially until it was banned in 1986. Apart from the name, the current incarnation of the drug shares few chemical similarities with the original. Modern, illicitly produced captagon is usually composed of amphetamines cut with a mix of adulterants. The drug’s popularity has grown rapidly in the last decade, primarily in Saudi Arabia and other Gulf countries where it is taken as an energy booster and aphrodisiac. The value of the captagon market is massive, and increasing. Individual doses sell for $20 in Saudi Arabia; with some estimates pegging the number of captagon tablets successfully smuggled into that country at over 500 million.

While captagon has been popular in the Middle East since the 1980s, high levels of demand for the drug didn’t take off until the early 2000s.  Initially, the market was supplied either by laboratories in southeastern Europe – primarily in Bulgaria, though laboratories were also uncovered in Slovenia and Serbia. The drug was then smuggled through Turkey, Syria, and Jordan before being sold in Saudi Arabia. By 2006 captagon laboratories began to appear in Turkey, including two uncovered in Gaziantep on the Turkish/Syrian border. Unconfirmed reports suggest that Syria began producing captagon that same year, while in 2007 Lebanon seized both precursor chemicals and the laboratory equipment for producing the drug.  Also by this time 75% of the global illicit production of captagon’s chemical precursor was shipped to “two countries in the near and Middle East.”

Wherever it was being produced, by 2006 captagon had started to flood Saudi Arabia. In that year, Saudi Arabia seized 12 tons of the drug; roughly equivalent, as the UN Office of Drugs and Crime dryly noted in the WDR 2009, to “to the sum of all UK seizures – the biggest amphetamine market in Europe – from 2000 to 2006.” In Syria, the level of captagon seizures doubled between 2007 and 2009, to 22 million tablets. Most trafficking routes still moved overland through Syria and into Jordan, though there are some indications that a route through Iraq was active by 2010.

The Syrian civil war has entrenched the nation’s role as an entrepot for the Middle East’s amphetamine market. Labs have been uncovered in Syrian cities such as Homs, as well as in northern areas held by insurgent groups. As well, an increasing number of Syrians have been arrested throughout the Middle East for captagon smuggling. While it is unclear which groups are involved in the production and smuggling of the drug, it is likely that both the Syrian regime and at least some of the rebel organizations are financially benefitting. The patchwork nature of territorial control along traditional smuggling routes likely force traffickers to pay tolls or bribes to both sides. One apparent benefit for the traffickers is that the dire economic straights of Syria’s law enforcement and military personnel have apparently made bribery, and thus smuggling, far easier.

It is possible that Syria could evolve into a thoroughfare for other types of narcotics as well. Cocaine trafficking, and a small domestic cocaine market, developed in Syria during the 2000s, with 77 KG of the drug seized in 2007.  Heroin seizures also grew dramatically during the 2000s, averaging 80 KG/year between 2007 and 2011.  For drug traffickers, Syria is a geographically well-positioned staging ground not only for the Middle East’s amphetamine market, but also for Europe’s far more lucrative cocaine and heroin market. The smuggling networks that bring weapons in and humans and antiquities out of the country could well be used for narcotics trafficking. The focus by both the insurgents and the government on perpetuating the stalemated civil war lessens the likelihood that any sort of meaningful action will be taken to halt the trade in drugs.

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Anfetaminas, Anarquía y al-Assad

Mientras la guerra civil en Siria continúa en ebullición, la nación se ha convertido en terreno fértil para el crecimiento de la actividad delictiva. Tal como lo describimos en nuestro Análisis del Crimen Organizado de Agosto, Siria se ha convertido en un núcleo regional para el contrabando de armas, el tráfico de antigüedades, y ahora también para el narcotráfico. En Siria, han comenzado a publicarse informes sobre el descubrimiento de laboratorios en ciudades como Homs. Además, narcotraficantes en el Líbano resaltan la facilidad con la que son capaces de traficar drogas a través del país. El caos, la pobreza, y la codicia de un país azotado por la guerra elevan las probabilidades de que crezca el alcance de estas actividades beneficiando financieramente a delincuentes y combatientes, esparciendo el problema de las drogas en toda la región y exacerbando la fragilidad tanto de Siria como de sus países vecinos.

Aunque son muchos los estupefacientes traficados a través de Siria, hoy por hoy la gran preocupación es el Captagón, que es la marca comercial de un estimulante de tipo anfetamínico que solía venderse abiertamente hasta 1986, cuando se prohibió su comercialización. A parte del nombre, la droga actual tiene pocas similitudes químicas con la original. El Captagón moderno producido ilegalmente suele estar compuesto de anfetaminas y una mezcla de adulterantes. La popularidad de la droga ha crecido rápidamente en la última década, fundamentalmente en Arabia Saudita y en otros países del Golfo, donde se consume como energizante y afrodisíaco. El valor del mercado de Captagón es enorme y va en aumento. En Arabia Saudita, una dosis individual se vende por $20, y se estima que la cantidad de pastillas de Captagón que ingresan al país supera los 500 millones.

Si bien el Captagón es popular en el Medio Oriente desde la década de 1980, la demanda de la droga sólo se disparó a principios de la década del 2000. Inicialmente, el mercado era abastecido por laboratorios ubicados en el sudeste de Europa, principalmente en Bulgaria, aunque también se descubrieron laboratorios en Eslovenia y en Serbia. La droga era traficada a través de Turquía, Siria y Jordania hasta llegar a Arabia Saudita. Hacia 2006, comenzaron a aparecer laboratorios de Captagón en Turquía, incluyendo dos descubiertos en Gaziantep, en la frontera entre Turquía y Siria. Según datos sin confirmar, Siria comenzó a producir Captagón ese mismo año, y en 2007 el Líbano se apoderó tanto de los precursores químicos como del equipamiento de laboratorio necesarios para producir la droga. Para ese entonces, el 75% de la producción ilegal mundial de los componentes químicos del Captagón se transportaba a dos países en el cercano y medio oriente.

Donde sea que fuera producido, para el 2006 el Captagón había comenzado a inundar Arabia Saudita. En ese año, este país incautó 12 toneladas de la droga, aproximadamente equivalente, como lo informó fríamente la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en su Informe Mundial sobre Drogas 2009, a “la suma de todas las incautaciones en el Reino Unido –el mayor mercado de anfetaminas en Europa – entre 2000 y 2006”. En Siria, el número de decomisos de Captagón se duplicó entre 2007 y 2009 y alcanzó los 22 millones de tabletas. La gran mayoría de las rutas para el traslado de drogas aún se movían por Siria hasta Jordania, aunque hay indicios de que en 2010 estaba activa una ruta que cruzaba Irak.

La guerra civil en Siria ha convertido al país en un centro de distribución de anfetaminas para el mercado de Medio Oriente. Se han encontrado laboratorios en ciudades sirias como Homs, y también en regiones del norte ocupadas por grupos insurgentes. Además, está en aumento la cantidad de sirios que han sido arrestados en todo Medio Oriente por traficar Captagón ilegalmente. Si bien no es claro cuáles son los grupos involucrados en la producción y el contrabando de la droga, es probable que algunos de los beneficiados financieramente sean el régimen sirio y algunos de los grupos rebeldes. Por el tipo de control territorial en retazos que tienen los traficantes a lo largo de las rutas tradicionales para el contrabando, muy probablemente se vean forzados a pagar “peajes” o sobornos en ambos lados. Por la terrible situación económica del personal policial y militar en Siria, el pago de sobornos y, por consiguiente, el contrabando son tareas mucho más fáciles –un claro beneficio para los contrabandistas.

Es posible que Siria se convierta en una ruta para otro tipo de estupefacientes también. El tráfico de cocaína, y un pequeño mercado local de cocaína, comenzó a desarrollarse en el país en la década del 2000, con un decomiso en 2007 de 77 kg de la droga. Durante esta misma década, crecieron también drásticamente las incautaciones de heroína, promediando los 80 kg anuales entre 2007 y 2011. Para los narcotraficantes, Siria es un territorio geográficamente bien posicionado no sólo para el mercado de anfetamina en Medio Oriente, sino también para los mercados Europeos de cocaína y heroína, por cierto mucho más redituables. Las redes de contrabando que llevan y traen armas, personas y antigüedades también podrían utilizarse para el tráfico de estupefacientes. La intención tanto de los grupos insurgentes como del gobierno de perpetuar la guerra civil reduce las posibilidades de que se lleve a cabo cualquier acción significativa para detener el narcotráfico.