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Posted on 26 Oct 2014
Abajo la versión en español
Many things are changing in the way that organized crime groups behave, and some of the most fundamental assumptions upon which we base our policymaking and responses need to be challenged. As articles this month highlight, the distinction between producer, transit and consumer countries is breaking down, and criminal economies are consolidating in both fragile states, emerging economies and in highly developed states.
The power of social media has been brought to the fore in the most negative way possible in recent weeks, with terrorist groups recruiting and showcasing their brutal victories on twitter, and a criminal group in Mexico murdering a citizen journalist who used Facebook to report gang movements and human rights offenses. As our blog “Social networks, the showcase of organized crime” demonstrates, what once were covert and extreme activities are increasingly projecting their messages through social media, and communicating their capacity for violence, illicit resource accumulation and political influence.
What is also becoming clear is the extent of the multi-lateral system’s paralysis to respond to multi-dimensional security threats: even public health crises such as Ebola. In the area of ilicit trade, the world trade architecture and its main champions seem entirely unwilling to engage. Within the domain of peace and security, our responses remain unsophisticated and overly heavy-handed in our responses to these challenges, serving only to further militarise and polarize situations, rather than reach and build confidence with the most vulnerable, or to create space for negotiation with key actors.
This month, in an effort to try and draw lessons and identify better tangible approaches to mitigate the impact of criminal networks on human security, the Global Initiative co-hosted a workshop in Bamako, Mali, facilitating a discussion amongst national and international actors on better coordination between security and development. We have a workshop taking place in Dakar at the end of October, which is bringing together local journalists from six countries across West Africa to build capacity to report on issues of organized crime, corruption and governance. Increasing the number of channels through which we engage and building resilience and protecting community initiatives that work against criminal groups are critical initiatives in building a better global response.
We welcome your feedback on these thoughts, as well as other issues you would like to see us feature in the “Analyzing Organized Crime” blog. Please don’t hesitate to contact us and let us know how we can facilitate your work at: secretariat@globalinitiative.net.
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Muchas cosas están cambiando en la forma en la que se comportan los grupos criminales organizados, y es preciso cuestionar algunas de las conjeturas fundamentales sobre las cuales basamos nuestras políticas y respuestas. La distinción entre países productores, países de tránsito y países consumidores está desmoronándose, al mismo tiempo que las economías criminales se consolidan tanto en estados frágiles como en economías emergentes y países altamente desarrollados.
Durante las últimas semanas, el poder de las redes sociales ha sido traído a primer plano de la manera más negativa posible, viendo cómo grupos terroristas reclutan sus miembros y exhiben sus brutales victorias en Twitter, y cómo un grupo criminal asesinó en México a una periodista que utilizaba Facebook para informar sobre los movimientos de las bandas y publicar delitos contra los derechos humanos. Como se muestra en nuestro artículo debajo “Las redes sociales como escaparate del Crimen Organizado”, estas actividades extremas que antes eran realizadas de manera secreta, en la actualidad son proyectadas cada vez más en las redes sociales, en donde los grupos criminales pueden comunicar sus mensajes y mostrar su capacidad de violencia, su cantidad de recursos ilícitos y su influencia sobre la política.
Algo que también está siendo cada vez más claro es el grado de parálisis del sistema multi-lateral para dar respuestas a las amenazas multi-dimensionales sobre la seguridad: incluso a la crisis sobre la salud pública, como quedó expuesta con el virus del ébola. En cuanto al comercio ilícito, la arquitectura del comercio mundial y sus principales defensores parecen no tener muchas intensiones de comprometerse. En lo respectivo a la paz y la seguridad, nuestras respuestas a estos desafíos siguen siendo poco sofisticadas y por demás de torpes, y sólo sirven para militarizar y polarizar aún más las situaciones, en lugar de generar confianza con los más vulnerables, o de crear espacios para negociar con los principales actores.
Este mes, en un intento de aprender de las lecciones e identificar estrategias mejores y tangibles destinadas a mitigar el impacto de las redes criminales sobre la seguridad humana, Global Initiative fue coanfitriona de un seminario realizado en Bamako, Mali, orientado a facilitar discusiones entre actores nacionales e internacionales sobre una mejor coordinación entre seguridad y desarrollo. A finales de octubre, estaremos organizando un seminario en Dakar que reunirá a periodistas de seis países de África Occidental con el objetivo de desarrollar capacidad para informar sobre temas relacionados a la delincuencia organizada, la corrupción y gobernanza. Aumentar el número de canales por el cual podamos participar, crear resistencia y proteger las iniciativas de la comunidad para hacer frente a los grupos criminales son iniciativas fundamentales para poder construir una respuesta global más efectiva.
Sus comentarios sobre estas ideas serán bienvenidos, como también sus sugerencias sobre otros temas que les gustaría que cubriéramos en nuestro blog “Analyzing Organized Crime”. No duden en ponerse en contacto con nosotros y hacernos saber de qué manera podríamos facilitar vuestro trabajo: secretariat@globalinitiative.net