Posted on 06 Aug 2013
In August, we celebrated World Lion Day (August 10th, World Elephant Day (August 12th), World Orangutan Dayb(August 19th) and we look forward to World Rhino Day to come (September 22nd). But with the proliferation of World Days for these noble species, as well as many far less well known, including World Pangolin Day in February, what is the genuine purpose and impact of these events in combatting wildlife crimes and protecting our species endangered and at risk?
There is certainly a great need for efforts to protect these animals. Wildlife crimes have reached unprecedented levels, often attributed to growing demand in Asia. Sophisticated organized crime groups, attracted by lucrative profits have transformed poaching into industrial slaughter. In 2007, 13 rhinoceros were poached in South Africa. In 2012 that figure reached 668. By June 2013 the figure for the year had hit 428 and was rising. The speed with which the poaching is taking place, and the brutal efficiency it has attained heighten the possibility that many animals will disappear in far shorter a time frame than we can imagine. An irony of wildlife crime is that as animals become increasingly scarce, the price paid for them increases exponentially, motivating all manner of organized criminal to hunt them down.
Advocacy and public information have an important role to play in highlighting and exposing the issue, educating consumers of wildlife products and pressuring governments to act. Environmental crimes are unique from many other forms of organized crime, as the greatest harm takes place at the time of the offence, so that a reliance on seizures cannot be effective. By the time of seizure, the damage has long been wrought. Raising awareness for prevention and promoting cultural change to reduce demand and mobilise political will are critical components of the fight against the growing scourge of wildlife crime, but surely there is a diminishing return to such a proliferation of advocacy days?
The Global Initiative report on Environmental Crime, to be released at our upcoming launch event on September 19th, highlights that this is but one in a spectrum of responses that will be required to truly turn back the trends and prevent wildlife crimes. A more strategic approach is needed, which balances awareness raising against other important interventions such as strengthening legal frameworks and law enforcement capacity, combating corruption and catalyzing political will. It is also important for groups seeking to counter wildlife crime not simply to coordinate and mobilize with each other, but also with a broader range of stakeholders including law enforcement, the financial sector, and international companies. If we are to be more effective in combating environmental crime in the future, then we will need to mobilise, implement and strengthen all of these responses.
Día mundial del (ingrese aquí el nombre de la especie)
En agosto celebramos el Día Mundial del León (10 de agosto), el Día Mundial del Elefante (12 de agosto), Día Mundial del Orangután (19 de agosto), y esperamos el Día Mundial del Rinoceronte el 22 de septiembre. Pero con la proliferación de Días Mundiales para estas nobles especies, y para muchas otras no tan bien conocidas, como el Día Mundial del Pangolín en febrero, ¿cuál es el propósito e impacto genuino de estos eventos a la hora de hacerle frente a los delitos contra la fauna y flora silvestres y de proteger nuestras especies en peligro y riesgo de extinción?
Con certeza, existe una gran necesidad de realizar esfuerzos destinados a proteger estos animales. Los delitos contra la fauna y flora silvestres han alcanzado niveles sin precedentes, y suelen ser atribuidos a la creciente demanda en Asia. Organizaciones criminales sofisticadas se han visto atraídas por la rentabilidad del comercio y han transformado la caza furtiva en una masacre industrial. En 2007, 13 rinocerontes fueron cazados en Sudáfrica. En 2012, esa cifra se elevó a 668. Hacia junio de 2013, el número de rinocerontes asesinados ascendía a 428 y en aumento. La velocidad con la que avanza la caza furtiva, y la brutal eficiencia que ha conseguido, elevan las posibilidades de que muchos animales desaparezcan en mucho menos tiempo del que podemos imaginar. Una ironía del crimen contra la fauna silvestre es que a medida que los animales comienzan a escasear, el precio que se paga por ellos aumenta exponencialmente, lo que le sirve a cualquier tipo de criminales organizados como un motivador más para cazarlos.
La defensa y la información pública cumplen un papel importante a la hora de resaltar y exponer este problema, educando a los consumidores de productos realizados con partes de animales y ejerciendo presión sobre los gobiernos para que tomen medidas. Los delitos contra el medioambiente son diferentes a otras formas de criminalidad organizada ya que su daño mayor ocurre en el momento en que se comete el delito, por lo que medidas como la incautación no son efectivas. Para cuando se realiza la incautación, el daño ya ha sido provocado. La toma de conciencia para la prevención y la promoción de cambios culturales para reducir la demanda y movilizar la voluntad política son componentes críticos de la lucha contra el flagelo de los delitos ambientales, pero esta proliferación de días mundiales muy probablemente pueda opacar el efecto deseado.
El informe de Global Initiative sobre los delitos ambientales, que será publicado en nuestro evento lanzamiento el 19 de septiembre, subraya que esta no es más que una respuesta en el espectro requerido para cambiar verdaderamente las tendencias y prevenir los delitos contra la fauna silvestre. Es preciso contar con iniciativas más estratégicas que equilibren la toma de conciencia y otras intervenciones importantes, como el fortalecimiento del marco legal y de la capacidad policial, la eliminación de la corrupción y la creación de voluntad política. También es importante que los grupos que trabajan contra estos delitos no sólo se organicen y movilicen entre ellos, sino que incluyan también una gama más amplia de interesados, como las fuerzas policiales, el sector financiero y empresas internacionales. Si queremos ser más efectivos a la hora de contraatacar los delitos ambientales en el futuro, entonces tenemos que movilizar, implementar y fortalecer todas estas respuestas.