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It is estimated that 2 million transplant operations are carried out each year.  Transplant lists grow longer year on year, and the percentage of successful matches made is in the single digits in most countries. While the purchase of organs is illegal almost everywhere in the world, and there is strong support for the Declaration of Istanbul on Organ Trafficking and Transplant Tourism, further estimates suspect that upwards of 15% of transplants use donor organs that were procured illegally, through the growing black market in illicit organs.

The modus operandi for organ trafficking has been well documented in investigations across Africa, Latin America, Asia and the Middle East, and is perpetrated in a number of ways.  Firstly there are the cases where the traffickers force or deceive the victim into giving up an organ; second are the cases where victims formally or informally agree to sell an organ but are either then underpaid or not paid at all the promised price.  Finally are those who are treated for an ailment (which may or may not exist), and have their organs removed unknowingly.  Promises are made about safety and after-care, but more often than not these are not delivered on and the organ donor risks grave illness, compromised health for the rest of their lifetime or even death.

Organ traffickers prey on the most vulnerable in society, as a recent HBO documentary “Tales from the Organ Trade” highlighted.  Typically populations targeted by traffickers are the poor, the homeless, refugees and children.  Any age can be an organ donor, so all are vulnerable.  In situations of conflict, particularly one that is protracted and extensive with mass population movement, such as the ongoing Syrian war, creates huge opportunities for the illicit organ trade.  In the last months there have been an increasing number of articles citing refugees targeted for their organs and there have been allegations that traffickers are actively supported by militant groups in Syria who are helping to identify possible targets in the country.  The surgeries take place in neighbouring countries of Turkey or Lebanon for national clients or those on transplant lists in the gulf countries.

But this trade is prevalent the world over.  The UN is currently reviewing reports of the EU mission in Kosovo (EULEX) which document an extensive trade in organs that took place during the war, supposedly supported by the Kosovo Liberation Army with high-level government support.  This month, two Brazilian doctors were convicted of facilitating an organ trafficking “mafia” that stole organs from Brazilians for use in the USA.

As always, with the market forces at play and the demand being motivated by a life or death calculation, the question of how to manage the illicit trade is a major public health consideration.  With less than 1% of people on the national transplant list receiving an organ, the Chinese Government has sanctioned the harvesting of organs from executed prisoners.  Other countries have considered legalising the sale of organs but within a regulated environment.  The debate rages on with no clear policy or effective regulation, while criminal groups continue to literally hold people’s lives in their hands.

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El Nuevo Frankenstein: la proliferación del tráfico de órganos

Se estima que cada año se realizan 2 millones de trasplantes. Las listas de espera crecen año a año, y el porcentaje de trasplantes exitosos es de un solo dígito en la mayoría de los países. Si bien la compra de órganos es ilegal en casi todo el mundo y existe un fuerte apoyo a la Declaración de Estambul sobre el Tráfico de Órganos y el Turismo de Trasplantes, se sospecha que más del 15% de los trasplantes de realiza con órganos donados obtenidos de manera ilegal por medio del creciente mercado negro.

El modus operandi para el comercio ilegal de órganos ha sido bien documentado en investigaciones realizadas en África, América Latina, Asia y el Medio Oriente y se efectúa de varias maneras. Existen casos en los que los traficantes obligan a la víctima a ceder un órgano, o bien la engañan. En otros casos, la víctima acuerda de manera formal o informal vender uno de sus órganos y luego le pagan menos de lo prometido o directamente nada. Por último, está también los que son tratados por una enfermedad (que puede existir o no), y sus órganos les son extraídos sin que la víctima lo sepa. A pesar de las promesas se seguridad y cuidados post operatorios, a menudo estos no se cumplen y el donante de órganos corre riesgos de enfermedades serias y ve su salud comprometida por el resto de su vida, o encuentra incluso la muerte.

Tal como lo señala el documental de HBO “Tales from the Organ Trade” (historias del comercio de órganos), los traficantes de órganos viven acosta de los más vulnerables. Sus objetivos son individuos pobres, sin hogar, refugiados y niños. La edad no es un impedimento. Las situaciones de conflicto, principalmente las prolongadas y extensas con gran movimiento poblacional, como la guerra en Siria, crean una enorme oportunidad para este tipo de comercio. En los últimos meses, ha aumentado la cantidad de noticias publicadas sobre refugiados perseguidos por sus órganos y se han escuchado acusaciones que sostienen que  militantes sirios están apoyando activamente a los traficantes ayudando a identificar posibles víctimas en el país. Las cirugías se realizan en países vecinos como Turquía o el Líbano para clientes nacionales o para aquellos que están en listas de espera en los países del golfo.

Este comercio está extendido a nivel global. Las ONU está estudiando informes de la misión de la UE en Kosovo (EULEX), la cual documenta un comercio extensivo de órganos que tuvo lugar durante la guerra, presuntamente facilitado por el Ejército de Liberación de Kosovo, con apoyo de altos funcionarios del gobierno. Este mes, dos médicos brasileños fueron condenados a prisión por facilitar las operaciones de una organización dedicada al tráfico de órganos que robaba órganos en Brasil para ser utilizados en los Estados Unidos.

Como siempre, con las fuerzas del mercado en escena y con una demanda motivada por una situación de vida o muerte, el control del tráfico ilícito de órganos es una consideración importante en el orden de salud pública. Debido a que menos del 1% de los individuos en las listas nacionales de espera de trasplantes reciben su órgano, el gobierno de China ha aprobado una ley que permite obtener órganos de los prisioneros que han sido ejecutados. Otros países han considerado legalizar la venta de órganos dentro de un ambiente regulado. El debate sigue sin una política clara o regulación efectiva, mientras que los grupos criminales continúan teniendo la vida de la gente en sus manos.