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As night falls the petrol smugglers on the Algerian-Moroccan border get to work. Moroccan villages that are languid by day now buzz with activity, as old Peugeots and Renaults roar down the dusty access roads that parallel the frontier. Closer to the border, long lines of donkeys—each loaded with twenty 30-liter jerry cans—are arriving from Algeria. The commerce is brisk, with petrol exchanged for food, goods, and cash. For those willing to risk crossing the border, the profits are enormous. By morning, the border is again dusty and deserted, as the smugglers wait for the darkness of night to reengage in their lucrative trade.

The theft and illicit sale of petrol is widespread.  Worldwide, organized crime syndicates and petty traders profit off the differences in the price of petroleum, buying petrol where it is cheap—or stealing it—and selling it slightly below market rates in areas where it is more expensive. There is no shortage of customers. Apart from its profitability, petrol smuggling is attractive to organized crime groups due to the ease with which they can procure the product. For most smugglers, their petrol comes straight from the pump at a local service station.  For some the product is procured directly from wholesalers, while in other places —notably Nigeria and Mexico—the petrol is stolen in bulk from pipelines. The sale of the petrol is as easy, either sold at the roadside, or fenced through unscrupulous service station owners. While smuggled petrol usually stays within the region it has been pilfered from, stolen crude oil can go global, fed into refineries half a world away.

Those involved in petrol smuggling are a diverse and divergent lot. The most numerous are local crime networks. These men—and occasionally women—tend to operate in defined areas along international borders, buying and selling in local markets. While these groups are typically small and locally situated, they can have a complex internal organization. As one smuggler along the Tunisian-Algerian border explained “a bunch of different groups function within our network – the buyers, the loaders, the drivers, and the leaders.” The barriers to entry are low, with the same smuggling noting that the major hurdle for him was coming up with enough capital to buy a truck to smuggle with. While some within the local smuggling networks get wealthy off the trade, for most it offers a comfortable though hardly extravagant livelihood.

Empy Gas Bottles - Algerian-Moroccan Border

Empty gas bottles at the Morocco-Algeria border

At the other end of the scale, there are also highly organized, transnational networks active in petrol smuggling. Many of these groups started as local smugglers and evolved—through opportunity or necessity—into highly organized, large-volume smuggling networks. Nigeria’s smuggling networks offer a stark example of just how powerful, large, and sophisticated smuggling networks can become. Operating in the country’s Niger Delta, the smuggling networks reportedly siphon 150,000 barrels a day from the region’s pipelines. The vast majority of the oil—roughly 120,000 barrels—is exported, transported throughout West Africa and onto the international market. In some cases, the networks employ oil tankers to move their ill-gotten gains.

A third type of actor involved in petrol smuggling involves existent transnational organized crime group looking for new opportunities. For these groups, petrol smuggling is usually not their primary illicit business. Rather, it represents an opportunistic expansion by the group into a new business area that presents minimal risk and high-profits. In Mexico, the Zetas and other Drug Trafficking Organization are expanding rapidly into petrol theft and smuggling. In an interesting derivation, the Zetas reportedly both smuggle petrol and levy taxes on any small-scale smugglers seeking to work in areas they control.

Governments and industry are aware that they face a challenge. A number of oil producing countries have begun to combat petrol smuggling. However, in many locations where smuggling is rife there is more official noise than action—petrol smuggling is rarely perceived as existentially threatening to the state, in the same way that drug and arms trafficking may be. Frequently, government officials themselves are believed to be either involved or complicit in the trade. Nonetheless, petrol trafficking can have serious ramifications for those states that it touches. One need look no further than Syria and Iraq, where oil smuggling have helped to bankroll the operations of the Islamic State militant group. As the price of oil edges of up inexorably over the coming decades, it is likely that petrol smuggling will become more profligate and more profitable for the groups involved. International actors need to act soon, creating new forums to coordinate actions against such groups and mechanisms for identify and deterring their operations in order to mitigate the threats they pose.

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Contrabando de combustibles: un colaborador de la delincuencia organizada

Cae la noche en la frontera entre Argelia y Marruecos y los contrabandistas de combustibles se disponen a trabajar. Pueblos marroquíes que se ven lánguidos durante el día, se llenan de actividad durante la noche cuando se observan viejos Peugeot y Renault circular por las desérticas rutas paralelas al límite entre estos dos países. Más cerca de la frontera, pueden verse largas filas de burros, cada uno cargado con tambores de 30 litros, que llegan desde Argelia. El comercio es dinámico y el combustible puede cambiarse por comida, otros bienes y por efectivo. Para quienes se arriesgan a cruzar la frontera, las ganancias son enormes. Hacia la mañana, la frontera está nuevamente cubierta de polvo y desértica. Los delincuentes aguardan la oscuridad de la noche para concretar sus negocios.

El robo y la venta ilícita de combustibles están ampliamente diseminados. Grupos mafiosos y delincuentes individuales lucran en todo el mundo de la diferencia entre el precio del los combustibles: compran en donde es barato –o lo roban –y luego lo venden en áreas en donde es más caro a un precio levemente inferior. Clientes no faltan. Más allá de su rentabilidad, otro atractivo del contrabando de combustible es la facilidad con la que puede conseguirse el producto. La mayoría de los contrabandistas lo obtiene directamente desde las estaciones de servicio locales. Algunos lo consiguen por medio de mayoristas, y otros –mayormente en Nigeria y México- roban grandes cantidades de combustible desde los oleoductos. La venta es sencilla, puede ocurrir al costado de la carretera o ser realizada por los mismos dueños de las estaciones de servicio. Si bien el combustible ilegal suele quedarse dentro de la región en donde fue obtenido, el tráfico de petróleo crudo puede expandirse a nivel global, ingresado en refinerías al otro lado del mundo.

Los involucrados en el contrabando de derivados del petróleo son diversos y divergentes. Los más numerosos son los grupos delincuentes locales. Estos hombres –y ocasionalmente mujeres- tienden a operar en zonas definidas a lo largo de los límites fronterizos, comprando y vendiendo en el mercado local. Si bien estos grupos suelen ser pequeños y actuar en el ámbito local, pueden tener una organización interna compleja. Un contrabandista que opera en la frontera entre Túnez y Argelia explicó que “en nuestra red trabajan varios grupos diferentes –los compradores, los que cargan la mercadería, los conductores, y los líderes”. Las barreras de entrada son bajas. Esta misma persona mencionó que el obstáculo principal que él encontró fue conseguir el capital para comprar un camión con el cual operar.  Si bien algunos de estos individuos logran enriquecerse a partir del comercio ilícito, la mayoría logra una subsistencia cómoda pero sin extravagancias.

Empy Gas Bottles - Algerian-Moroccan Border

Botellas vacías de gas en la frontera entre Argelia y Marruecos

Del otro lado de la balanza, aparecen  redes transnacionales con una organización compleja partícipes en el tráfico de combustibles. Muchos de estos grupos comenzaron como contrabandistas locales y fueron evolucionando –por oportunidad o necesidad- hasta llegar a convertirse en redes altamente organizadas que trafican grandes volúmenes de combustibles. Las redes contrabandistas de Nigeria son un ejemplo del poder, la magnitud y la sofisticación que los grupos delincuentes pueden llegar a conseguir. Según se dice, los grupos que operan en el Delta del Níger se apropian diariamente de unos 150.000 barriles de los oleoductos de la región. La mayor parte de estos barriles –alrededor de 120.000- es exportada, transportada a través de África Occidental y luego vendida al mercado internacional. En algunos casos, las redes emplean tanques de combustible para trasladar su mercadería ilegal.

Un tercer actor partícipe del contrabando son los grupos delincuentes transnacionales organizados en busca de nuevas oportunidades. Para ellos, el contrabando de combustibles no es su principal fuente de ingresos, sino que representa una oportuna expansión a nuevos negocios que traen consigo riesgos mínimos y grandes ganancias. En México, los Zetas y otras organizaciones narcotraficantes están cada vez más involucradas en el robo de combustibles y su contrabando. Según se conoce, los Zetas contrabandean combustible y recaudan impuestos de cualquier otro contrabandista de menor nivel que busca trabajar en áreas que están bajo su control.

Los gobiernos y la industria saben que se enfrentan a un desafío. Varios países productores de petróleo han comenzado a combatir el contrabando de sus derivados. No obstante, en muchos sitios en donde el contrabando está ampliamente extendido, hay más ruido oficial que acciones para contrarrestarlo, ya que el tráfico de combustibles raramente es percibido como una amenaza existencial al estado, como puede serlo el tráfico de drogas o de armas. Con frecuencia, se cree que hay funcionarios de gobierno implicados o cómplices en la comercialización. De todas maneras, el tráfico de combustibles puede tener graves ramificaciones en los estados en los que existe. Alcanza con mirar a Siria e Irak, en donde el contrabando de este producto colaboró con el financiamiento de las operaciones del Estado Islámico. Mientras el precio del crudo continúa su inexorable escalada, es probable que el contrabando de combustibles sea cada vez más dilapidador y redituable para los grupos implicados. Es precisa la acción inmediata de la comunidad internacional y la creación de nuevos foros para coordinar acciones contra estos grupos e instrumentos para identificar y desalentar sus operaciones a efectos de mitigar las amenazas que imponen.